La banda de los 4500 millones de años
The Ocean afrontan una nueva etapa tras recorrer todas las edades de la Tierra.
Robin Staps, el cerebro detrás de la banda de metal progresivo y post-metal The Ocean, anunció hace escasas semanas que su actual gira sería la última con su formación actual. Lo que en cualquier otro grupo dispararía rumores y teorías sobre los motivos detrás de semejante decisión no es más que otro día en la oficina para una banda que, desde su génesis como The Ocean Collective, ha sido un ente mutante en el que el flujo de miembros que entran y salen ha sido la norma. Sin embargo, esta vez el anuncio llega en un momento vital para el futuro del proyecto. Hoy nos sumergimos en el universo de una de las bandas europeas más importantes de este siglo.
Los orígenes de The Ocean hay que rastrearlos en la sopa primordial que fue la escena post-metal de principios de siglo. A menudo argumento que el post-metal es el primer género rock desarrollado genuinamente en el siglo XXI. Aunque nace al calor de bandas que ya eran activas en los años 90 como Neurosis o Godflesh, la verdadera explosión se produce en torno al cambio de siglo cuando los Isis, Cult of Luna, etc. maridaron la contundencia del sludge metal más atmosférico con las estructuras del post-rock más guitarrero.
Recuerdo aquella década de los 2000 como un momento muy emocionante, pues por primera vez en mi vida estaba asistiendo al nacimiento y desarrollo de una nueva escena. Prácticamente cada semana aparecía un nuevo lanzamiento que trataba de llevar ese nuevo sonido un poco más allá. Parecía que cada mes aparecía una nueva banda con argumentos para convertirse en tu favorita: Rosetta, Nadja, Amenra, Fall of Efrafa, Boris, Kayo Dot, Pelican, Callisto, Minsk, Intronaut, Russian Circles… La lista parecía no acabar nunca.
En ese contexto aparece el protagonista principal de esta historia, el alemán Robin Staps, que en pleno año 2000 decide poner en marcha en Berlín un proyecto atípico: se tratará de una banda de metal que funcionará como un colectivo de músicos sin una formación estable. La idea era que los artistas entraran y salieran de la banda a voluntad, todos eso sí bajo la coordinación de Staps. El colectivo debutaría tres años después con un EP instrumental titulado ‘Fogdiver’ (Make My Day, 2003).
Los caóticos comienzos de la banda darían como fruto sus tres primeros discos de estudio. La grabación de los dos primeros se produjo durante las mismas sesiones de grabación, en las que participó un enorme elenco de músicos y vocalistas. La idea inicial era editar un álbum doble: uno de los discos sería puramente metálico y el otro más atmosférico y expansivo. La idea, finalmente, se desechó y ‘Fluxion’ (Make My Day, 2004) acabaría siendo el debut que contendría la parte más progresiva de aquellas sesiones mientras ‘Aeolian’ (Metal Blade, 2005) recogía la vertiente más dura y abrasiva. Ambos trabajos les dieron la oportunidad de hacerse un hueco en la ya nutrida, aunque aún indefinida, escena de sludge metal progresivo y atmosférico que acabaría, por su cercanía estilística al post-rock, bautizada como post-metal.
‘Precambrian’ y el paso hacia la estabilidad
Si hay un disco definitorio en la carrera de The Ocean, ese es sin duda ‘Precambrian’ (Metal Blade, 2007), el tercero. Fue con él con el que se ganaron un nombre en la escena como una de las bandas a tener muy en cuenta, especialmente a este lado del Atlántico donde las bandas, aunque de gran calidad como los suecos Cult of Luna o los checos Lvmen, no proliferaban al mismo ritmo que en Estados Unidos. Pero también es un disco que condicionaría, de una manera muy particular como veremos a continuación, el resto de su discografía.
Esta vez, la idea del álbum doble sí que llegó a puerto y ‘Precambrian’ es un disco conceptual sobre los orígenes de la Tierra y los procesos que finalmente dieron lugar a la vida en nuestro planeta, es decir, el período Precámbrico (de ahí el título). De nuevo con una larguísima lista de contribuciones, el primero de sus dos discos comprendería los eones Hádico y Arcaico, las más inhóspitas edades de la Tierra caracterizadas por la lava y el fuego que, con buen tino, la banda interpreta con el estilo agresivo y asfixiante de ‘Aeolian’. Pero sería el segundo disco, el que abarca el Proterozoico, el más interesante: recogiendo el testigo de ‘Fluxion’, el colectivo despliega un metal más reposado y espacial sin perder contundencia. Además, el uso de instrumentos de viento y cuerda y la presencia de pasajes jazzeros redondean una escucha muy estimulante que respira aires de clásico.
A pesar del éxito de su tercer álbum de estudio, o quizá precisamente a raíz de él, la particular dinámica de la banda debió de tornarse insostenible para poder trasladar su música al directo con todas las garantías. El continuo carrusel de miembros debía de ser un verdadero problema a la hora de girar, por lo que el bueno de Robin decidió que ya era hora de sentar la cabeza y buscar una formación más estable. Serían cuatro músicos de origen suizo los que finalmente se embarcarían el proyecto de un nuevo álbum doble y de entre ellos destacaría un nombre, el de Loïc Rossetti, que ha sido la voz de The Ocean durante los últimos quince años y, con mucho, el miembro más longevo de la banda tras el propio Staps.
Los primeros pasos de la joven formación (Staps pasó a ser entonces el más veterano) no fueron fáciles. Las dos entregas en las que sería editado aquel nuevo disco doble pasan por ser, para muchos, el momento más discreto de su discografía. Sin embargo, no puedo dejar de defender a ‘Heliocentric’ y ‘Anthropocentric’ (Metal Blade, 2010) como un tropiezo muy necesario en su carrera. Como si dieran un paso atrás para dar impulso, son dos discos que expanden el espectro sonoro de la banda hasta nuevos límites más melódicos y progresivos. Si bien en aquel momento eso se tradujo en un puñado de temas dispersos, sosos y en cierto modo aburridos, esa nueva faceta sería más tarde un ingrediente fundamental para algunos de los mejores discos de los últimos años en el panorama. Además, tampoco es que fueran enteramente desechables; algunos de mis temas favoritos están aquí y el concepto lírico, que contrapone racionalidad y sentimiento religioso, me resulta interesante.
Felizmente, ambos trabajos sirvieron de calentamiento para que la nueva banda, con la única sustitución del bajista, entregara el que es, para mí, su mejor trabajo hasta la fecha. No es nada habitual, e incluso diría que es antinatural, que un grupo saque su mejor disco cuando el estilo en el que se encuadra ya se considera pasado de moda, pero en este caso es así. Aunque esto tiene truco, porque ‘Pelagial’ (Pelagic Records, 2013) es en realidad un tratado en el que transitan por todos los palos que habían tocado hasta entonces. El contexto ayudaba: no solo se trataba de su debut en la discográfica propia, también era el disco que The Ocean dedicaba a las profundidades marinas y se nota en cada detalle que fue concebido para ser memorable. Con un concepto tremendamente sólido que identificaba las capas del océano con las de la psique humana, el disco era un festival de riffs que trascendían el post-metal para llevarnos del metalcore más abrasivo hasta el doom más arrastrado.
La última iteración (hasta ahora)
Pero tras esto nuestro viejo amigo Robin lo volvió a hacer: por segunda vez, decidió disolver la formación con la que acababa de firmar un disco magnífico para volver a empezar. Aunque en esta ocasión las bajas y las altas se fueron escalonando, lo cierto es que para el lanzamiento de su siguiente álbum solo el anteriormente mencionado Rossetti seguía en la banda junto a Staps. Un nuevo álbum, por cierto, que volvería a la fórmula del disco doble publicado en dos entregas. Pero hasta ahí llegarían los paralelismos porque, lejos de repetir el tropiezo de ‘Heliocentric’ y ‘Anthropocentric’, este nuevo proyecto mantiene, contra todo pronóstico, su mejor nivel.
Contra todo pronóstico porque los propios The Ocean decidieron ponerse el listón muy alto sin necesidad. Viniendo del majestuoso y monumental ‘Pelagial’ se les ocurrió nada más y nada menos que anunciar al sucesor conceptual de su ya clásico ‘Precambrian’. ‘Phanerozoic I: Palaeozoic’ (Metal Blade, 2018) prometía retomar la narración de la vida de nuestro planeta y el riesgo de lanzar una secuela que no estuviera a la altura era grande, especialmente con nuevos miembros. Las dudas, no obstante, se disiparon cuando pudimos escucharlo. Un disco de madurez que, efectivamente, nos trae ecos de ‘Precambrian’, pero sobre todo supone el punto de encuentro entre la sensibilidad melódica de ‘Heliocentric’ y ‘Anthropocentric’ y el refinamiento estilístico de ‘Pelagial’. Otro enorme trabajo que, para muchos, es el mejor de su carrera.
Su segunda parte, ‘Phanerozoic II: Mesozoic | Cenozoic’ (Metal Blade, 2020) no decae en cuanto a nivel, aunque peca de continuista y le cuesta sorprender como sí lo hizo su predecesor. Con todo, es un muy buen disco que confirma que explorar terrenos más melódicos acabó siendo rentable a la larga. The Ocean han conseguido consolidar un estilo propio que demuestra que el metal puede ser accesible sin tener necesariamente que hacer concesiones o guiños a estilos más comerciales, pues su sonido ha seguido siendo contundente y complejo.
Por eso no deja de ser un poco decepcionante que en su último álbum hasta la fecha, ‘Holocene’ (Pelagic Records, 2023), se hayan desviado ligeramente de ese estilo tan personal que durante ya casi 25 años Robin Staps ha ido esculpiendo. La inclusión de elementos electrónicos en detrimento de las acostumbradas guitarras afiladas no les ha sentado bien, y aunque momentos puntuales salvan al conjunto del desastre, en general se echa en falta la mordida de la que solían hacer gala y ni siquiera los temas más duros convencen como antaño.
Un pequeño borrón para cerrar una tetralogía conceptual que ya es historia y deja al grupo libre para embarcarse en nuevas aventuras artísticas. Quién sabe si no será este otro paso atrás para dar dos hacia adelante. Que Robin Staps anuncie un cambio de formación no debería ser una sorpresa a estas alturas, pero deja igualmente el futuro de la banda en el aire. Aparentemente, Loïc Rossetti parece haberse ganado la confianza del líder para seguir siendo el vocalista, pues ningún otro miembro ha permanecido tanto tiempo en la banda. No es para menos, porque es precisamente su versatilidad una de las cosas que permite a The Ocean mantener ese difícil equilibrio entre intensidad y melodía. Pero, visto lo visto, nada me sorprendería. Ni siquiera verles sacando el mejor disco de metal con electrónica que jamás se haya hecho.
Hasta entonces, os dejo una pequeña playlist que condensa su carrera en unos pocos temas extraídos de todos sus discos en orden cronológico para quienes no les hayáis escuchado nunca.